Los egipcios representaban el corazón con una vasija en la cual se hallaba la esencia de las experiencias vividas. En el “Peso del Corazón del Difunto”, es el corazón lo que se pesa en uno de los platillos de la balanza (y en el otro la pluma de la Verdad, Maat). Es necesario para superar esta prueba un corazón de fuego que reduzca a cenizas las acciones.
Para ellos el corazón significaba el lugar donde residía la conciencia moral, el trono donde moraba el dios interno del hombre. La sangre es impulsada por el corazón y a él vuelve, del mismo modo la vida deja su huella en el corazón.