El cuidado y protección de la Naturaleza no es patrimonio de ninguna ideología o grupo humano. Debe ser responsabilidad y objeto de disfrute para todos.

Pero no puede convertirse en algo impuesto o artificioso al ciudadano, sino que debe acabar siendo la consecuencia lógica de nuestros actos.

Todo ello cuenta con un inconveniente de partida: estamos educados, individual y colectivamente, de espaldas a la Naturaleza. Nuestro esquema de vida, la forma en que tenemos organizada nuestra existencia cotidiana, nuestros anhelos y objetivos no se construyen teniendo en cuenta a la Naturaleza, sino ajenos a ella.

Al final, hemos acabado levantando un modelo de vida artificial, de consecuencias no acopladas a los procesos naturales. Ejemplo de todo ello lo encontramos en las mismas expresiones coloquiales cuando nos referimos como “nosotros y la Naturaleza” en vez de “nosotros en la Naturaleza”. Todo ello es indicativo de nuestra propia auto-exclusión del resto de lo Vivo.

Independientemente del alcance de nuestras acciones individuales o colectivas en pro de la Naturaleza, necesitamos volver a reconciliarnos con la misma. Debemos modificar nuestra aptitud frente a la Naturaleza, y convertirla en aliada de nuestras aspiraciones en lugar de contraria a nuestro desarrollo. La protección de la Naturaleza no debe ser una tasa a pagar por el crecimiento económico, sino la consecuencia lógica de un progreso equilibrado y armónico.

Para superar este divorcio entre sociedad actual y Naturaleza, es necesario reencontrar la posición natural y armónica del ser humano con respecto al resto de la Naturaleza, y utilizar la inclusión de nuestros procesos en los de la Naturaleza, en lugar de la exclusión de los mismos.

La posición natural del hombre viene determinada por sus propias características, especialmente por aquellas que le diferencian de los demás seres vivos.

El hombre tiene diversas partes diferentes: el cuerpo físico sujeto a todos los procesos biológicos, un cuerpo psicológico donde residen las emociones y el comportamiento y una parte mental o racional donde se desarrollan conceptos, ideas, pensamiento, abstracciones, etc. Las características que identifican al hombre como ser humano son todas aquellas que tienen que ver con el cuerpo mental, puesto que el resto de componentes los tiene en común con el resto de los seres vivos. Luego entonces, un hombre que se posiciona en su parte racional está en mejor situación de actuar acorde a los procesos naturales que aquel otro que se deja llevar por su parte biológica o emocional.

La posición natural del hombre estaría en el desarrollo pleno de toda la parte mental, que no excluye las características peculiares de su parte estrictamente biológica y psicológica, sino que las armoniza y coordina.

Un ser humano que actúa desde su parte mental ocupa la posición menos forzada y contaminante que si se actuara exclusivamente bajo los impulsos irracionales del instinto básico.

Luego entonces, lo primero para ir impulsando acciones en pro de la Naturaleza es procurar poner la mayor conciencia posible en situarnos en nuestra racionalidad y dominar el resto de componentes de nuestro ser desde esta postura.

Con esto se consiguen tres efectos: mayor satisfacción personal, menor necesidad de consumo de recursos materiales y energéticos y mayor racionalidad en el consumo y la posterior gestión de residuos.

Uno de los efectos que tendrá esta recuperación de “lo humano” será una mayor formación acerca de las consecuencias de nuestras acciones, lo que facilita discriminar entre las más correctas.

Todo esto no es superfluo. Según un Informe denominado “Más Allá de los Límites del Crecimiento”, realizado para el Club de Roma, se llegó a la conclusión de que la única solución para evitar un colapso ambiental en décadas futuras estaba en la reducción de la presión individual sobre la Naturaleza. Para ello es imprescindible trasladar nuestra búsqueda del sentido de la vida en el desarrollo interior antes que en la acumulación de bienes de consumo.

Paralelamente al cambio de perspectiva indicado atrás, es necesario acometer nuestra relación con el entorno natural en cuatro pilares, bloques o líneas de actuación:

A) Optimización de la demanda de recursos naturales. Consumo responsable.

B) Reducción de contaminantes y reciclado de los materiales de desecho.

C) Regeneración de espacios, especies y sistemas deteriorados.

D) Conservación de espacios, especies y sistemas naturales.


OPTIMIZACIÓN DE LA DEMANDA DE RECURSOS NATURALES. CONSUMO RESPONSABLE.

En lo individual:
Potenciar el consumo responsable. Comprar lo imprescindible.

Reducir el consumismo ciego. Buscar satisfacción en el crecimiento interior.

Informarse en publicaciones especializadas sobre las opciones más recomendables en los diferentes ámbitos del consumo.

Escoger productos manufacturados con menor coste ambiental. Ver etiquetado: reciclado.

Escoger productos ecológicos en la medida de lo posible.

Reducir el consumo de energía en el hogar; empleo de dispositivos de bajo consumo.

Aprovechar el agua. Reducir al máximo su consumo.

No abusar de la calefacción ni del aire acondicionado.

Discriminar positivamente los usos de energías limpias.

Empleo de transporte público. Transporte compartido.

Adquirir y potenciar hábitos de ahorro y aprovechamiento.

Adquirir hábitos saludables.

En lo colectivo:
campañas de concienciación de ahorro de agua, ahorro energético, limitación del uso de transportes y máquinas que necesiten combustibles fósiles; campañas contra la explotación abusiva o ilegal de recursos vivos, como la sobreexplotación forestal, la sobrepesca, la roturación de tierras con elevado riesgo de erosión o con una elevada biodiversidad, como son las selvas tropicales; campañas contra el empleo de técnicas de producción con elevados riesgos ambientales, como la agricultura o ganadería intensivas, los organismos transgénicos, la producción de energía nuclear, el transporte de sustancias muy tóxicas o peligrosas. Entran también campañas orientando hacia un consumo doméstico responsable y comedido, promoviendo determinados productos o manufacturas dependiendo de su impacto ambiental.

REDUCCIÓN DE CONTAMINANTES Y RECICLADO DE MATERIALES DE DESECHO.

En lo individual:
Escoger productos y consumos que dejen la menor cantidad de desperdicio o desecho.

Separar la basura sólida doméstica en: envases (latas, tetra-briks, plástico), botellas y vidrios, cartones y papel y desechos orgánicos.

Ojo con los desechos tóxicos, como pilas botón, limpiadores y productos químicos, etc.

Informarse de los puntos de recogida de determinados desechos como los fungibles informáticos, medicinas caducadas, radiografías, etc.

Escoger productos que generen desperdicios o desechos biodegradables.

Intentar colocar los bienes que caigan en desuso por las circunstancias que sea (aparatos, ropa y calzado, juguetes, libros).

Puesta a punto de vehículos y maquinaria a motor de explosión.

Discriminar negativamente el consumo de productos procedentes de industrias muy contaminantes o degradantes.

En lo colectivo:
Participar en tareas de limpieza organizadas por Administraciones u ONGs.

Promover buenos hábitos de reducción de desperdicios y basuras en el entorno social inmediato.

Exigir de las autoridades la retirada adecuada de basuras clasificadas y procesado de las mismas.

REGENERACIÓN DE ESPACIOS, ESPECIES Y ECOSISTEMAS DEGRADADOS.

En lo individual:
Mantener plantas de balcón y jardines, con especies autóctonas.

Colocación de comederos, bebederos y nidales para animales silvestres siempre que se pueda.

Mantener un pequeño vivero con plantas autóctonas para trasplantar a alguna zona cercana previamente escogida (y consultado con entendidos).

En lo colectivo:
Participar y colaborar en campañas de reforestación, lucha contra la erosión, regeneración de márgenes de ríos, charcas, etc.

Promover la protección del suelo y la reforestación en parcelas comunales, copropiedades, etc.

CONSERVACIÓN DE ESPACIOS, ESPECIES Y ECOSISTEMAS NATURALES.

En lo individual:
Evitar fuegos, alteraciones de suelos y cualquier otra acción que degrade o contamine un ecosistema natural.

Evitar arrancar plantas o matar animales, por pequeños o “inútiles “ que sean.

No soltar animales foráneos en un ecosistema natural.

Disfrutar de los espacios naturales en cualquiera de sus facetas, paisaje, ambiente sano, observación de animales o plantas, etc.

No hacer ningún uso indebido en ecosistemas naturales, que pueda perturbar las poblaciones animales.

Denunciar cualquier acto delictivo contra el medio ambiente.

En lo colectivo:
Participar en campañas de promoción de los valores de los ecosistemas naturales.

Colaborar con entidades de estudio en censos de animales, vigilancia de lugares, avistamiento de ejemplares, etc.


Por Manuel J. Ruiz



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