La peña de Arias Montano (Alájar, Huelva) se encuentra ubicada en uno de los espacios naturales más interesantes.

Este espacio protegido se sitúa en la franja más occidental de Sierra Morena, en un enclave de gran valor estratégico puesto que  forma una encrucijada entre el norte de la provincia de Huelva la zona sur de Extremadura y la frontera con Portugal, y se configura como un ecosistema de gran valor desde el punto de vista ecológico, cultural, histórico y social, que aglutina a veintiocho municipios entre los que se encuentra el pueblo de Alájar (topónimo de origen árabe cuyo significado es piedra).

 

Y es precisamente en los alrededores de Alájar donde se enclava la Peña de Arias Montano, también conocida como Peña de Alájar o mucho antes de que fuera habitada por el humanista extremeño como Peña de Nuestra Señora de los Ángeles, debido a su consagración a esta imagen.

 

La Peña es una formación geológica peculiar, que se compone de un gran zócalo cortado cuya silueta observada desde su parte inferior se asemeja a una gran seta de color tierra. Desde el punto de vista geológico y geomorfológico una de las principales características del lugar es su naturaleza caliza. De este modo, puede considerarse una formación calcárea tobácea íntimamente relacionada con procesos de karstificación en los que la disolución de la roca caliza por parte del agua, agente modelador fundamental, provoca la precipitación del carbonato cálcico y da lugar a las caprichosas y bellas formas (fundamentalmente cuevas y cavernas) que puede observar el visitante de este lugar.

 

Pero este río de aguas subterráneas que modela el relieve ve la luz inexorablemente en un cierto punto, concretamente a la salida de una de las cuevas existentes, situada a las puertas de la explanada principal donde se sitúa la ermita. Al parecer esta surgencia, convertido hoy en fuente, fue descubierta por el propio Arias Montano en el siglo XVI y era usada por él para regar los huertos que él mismo creó.

 

En cuanto al clima del lugar encontramos un régimen de lluvias que sobrepasa la media de 700 mm anuales, concentrándose sobre todo en la época invernal. Por su parte la temperatura alcanza los valores medios de 26°C para la época estival y 11°C en invierno.

 

Por lo que respecta a la red hidrológica, son varios los cursos de agua que discurren por el entorno de la Peña. Pero sin duda el hecho más destacable es su situación geográfica tan particular, que provoca que esta zona de la sierra se convierta en la divisoria de aguas donde concurren tres subcuencas hidrológicas distintas:

-         En la zona occidental, el río Múrtigas y el Rivera del Chanza que vierten sus aguas al río Guadiana.

-         En la zona oriental, los ríos Rivera del Cala y Rivera de Huelva que vierten al río Guadalquivir.

-         En la zona sur, varios cursos de agua de menor entidad que vierten al río Odiel.

 

El estado actual de este centro neurálgico de la serranía onubense dista mucho del que tuvo siglos atrás cuando era el lugar elegido por Arias Montano para pasar temporadas alejado de las intrigas de la corte de Felipe II, buscando su enriquecimiento espiritual y un lugar adecuado para el estudio y el desarrollo de su saber.

 

Así, no existe hoy día el edificio que fuera vivienda del propio Arias Montano ni otras pequeñas construcciones aledañas que tenían la función de oficinas y hospedería, todos ellos construidos por él a su costa. Tampoco nos ha llegado apenas nada del aspecto ajardinado del lugar, con una huerta con todo género de frutales, un gran paseo con árboles diversos y la plantación de hasta tres mil vides en los alrededores.

 

En cambio sí se conserva, aunque en estado algo precario, un vetusto arco de entrada labrado en piedra tobácea, abundante en la zona, que a modo de portada con forma almohadillada bien pudo ser una suerte de puerta de entrada al recinto que acogía a Benito Arias Montano.

 

En la explanada principal del recinto encontramos en la actualidad otras edificaciones. En primer lugar, se levanta un campanario de estilo ligero y sencillo pero esbelto que fue restaurado al estado actual a finales del siglo XIX. A los flancos del campanario se sitúan dos garitas de fecha indeterminada aunque al parecer también reconstruidas a finales del siglo XVIII o principios del XIX y cuyo carácter parece ser eminentemente defensivo. Junto a cada una de las dos garitas existían en el pasado dos construcciones en forma de pirámide, al parecer de altura considerable, y de las que hoy en día sólo se conserva una parte de una de ellas en la cual existe una lápida conmemorativa de la visita a la Peña de Felipe II.

 

A las espaldas del campanario y las garitas la Peña se recorta en un impresionante precipicio razón por la cual a mediados del siglo XX se levantó la muralla actual y que forma parte de un mirador natural desde el cual pueden contemplarse vistas de una belleza casi sin par, así como la silueta del pueblo de Alájar. Esta característica, una riqueza paisajística muy especial, dota sin duda a todo el entorno de una fuerza y energía singular que a buen seguro atrajo a Arias Montano y a muchos otros, del mismo modo que lo hace en la actualidad con todo aquel que se acerca a visitar el lugar.

 

Pero el más importante de los edificios que se conservan es la propia ermita, el santuario de Nuestra Señora de los Ángeles. Construida entre los siglos XIII y XIV es fruto de sucesivas obras de reconstrucción, incluida la de su retablo actual en 1966.

Del mismo tiempo en que se erigió la ermita debe ser la imagen primigenia de la virgen, que no es la que existe en la actualidad, tallada en 1937, y que sustituyó a la original tras los expolios de la guerra civil. Se deduce de estos datos lo antiguo del culto a esta imagen que no se oficializó hasta la primera mitad del siglo XV, cuando se funda la hermandad y que continúa con todo su vigor en la actualidad.

 

En cuanto al análisis del medio biótico y atendiendo en primer lugar a la vegetación, se observa un predominio de especies del género Quercus como la encina (Quercus rotundifolia), el alcornoque (Quercus suber) y el quejigo (Quercus faginea). Muy significativa es también la presencia del castaño (Castanea sativa) y en menor medida del pino negral (Pinus pinaster) y el pino piñonero (Pinus pinea), del cual existe un ejemplar portentoso en la propia Peña. Asimismo, no es infrecuente observar ejemplares de eucalipto (Eucalyptus globulus) plantado como cultivo forestal por toda la zona serrana.

En cuanto a la vegetación de ribera, asociada a cursos de agua, encontramos alisedas (Alnus glutinosa), fresnedas (Fraxinus angustifolia), y alamedas (Populus alba).

De modo más aislado y casual pueden encontrarse también ejemplares de cedro (Cedrus spp.), ciprés (Cuperssus spp.), olivo (Olea europaea), roble andaluz (Quercus canariensis), rebollo (Quercus pyrenaica), árbol del amor (Cercis siliquastrum), del cual existe ejemplar de magnífico porte justamente tras el arco de entrada, con sus hojas encarnadas en forma de corazón – de ahí su nombre-, higuera (Ficus carica), casuarina (Casuarina cunninghamiana), tilo (Tilia cordata) o almendro (Prunus dulcis).

También es significativa la presencia de vegetación de porte herbáceo formada en gran parte por especies aromáticas. Es el caso del romero (Rosmarinus officinalis), acanto (Acanthus mollis) de propiedades curativas, amapola (Papaver rhoeas), zarzaparrilla (Smilax campestres) usada como diurético, contra herpes y la gota, madreselva (Lonicera implexa), hinojo (Foeniculum vulgare), orégano (Origanum vulgare), aderezo de muchos platos, poleo (Mentha pulegium) cuyo infusión es muy apreciada, o la llamada flor de la virgen que al parecer es muy usada para combatir dolencias varias, principalmente constipados. Según la tradición local se le atribuye a esta especie la virtud de estar bendecidas por la Reina de los Ángeles, que las hace germinar entorno al propio santuario sin que sea observada en algún otro lugar cercano.

 

Algunos apuntes simbólicos en relación a estas especies vegetales que se encuentran en la Peña de Arias Montano y sus alrededores son los siguientes:

 

-Encina: árbol siempre valorado por la fortaleza de su tronco y por la gran resistencia de su madera era ya adorado por los celtas y en la mitología pagana se consagraba a Zeus ya que un gran ejemplar de encina crecía junto al oráculo de Dodora que a su vez era también consagrado a este Dios.

En la doctrina cristiana la encina simboliza el árbol de la vida y también adquiere un significado de salvación asociado a lo incorruptible de su madera.

Además aparece en la representación de las alegorías de la Fuerza y la Prosperidad de la vida, descritas como figuras que junto a otros atributos porta una rama de encina.

 

-Castaño: según Plinio se llamaba a la castaña “bellota de Dios” y probablemente por esta razón se consideró con posterioridad fruto de Cristo.

La especial conformación de este fruto, envuelto en una cáscara pinchuda conocida como erizo, hace que se le haya asociado al concepto de castidad o de pureza ya que al estar tan protegido evoca la imagen de algo que debe preservarse.

 

-Higuera: según el mito, Gea, para escapar de Zeus, que la perseguía con sus flechas, fue salvada por su hijo Siceo. Para ello hizo crecer una higuera (en griego, syké) dentro de la cual Gea se refugió de la cólera del Dios.

Al fruto de la higuera, el higo, se le atribuye un significado de fertilidad  como así sucede en Roma, donde se identifica con los orígenes mismos de la ciudad. Se cuenta que Rómulo y Remo fueron abandonados en las aguas del río Tíber pero milagrosamente la cesta en que viajaban se detuvo bajo una higuera.

Es de destacar que la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles porta en su mano derecha un higo, sin duda uno de los frutos más populares y abundantes del lugar.

 

-Ciprés: este árbol estaba consagrado a Plutón, dios de los infiernos. Según  la leyenda, en boca de Ovidio, el joven Cipariso pasaba su tiempo en el bosque acompañado de un ciervo de cuernos de oro consagrado a las ninfas. Una tarde el ciervo se echó a la sombra  de un árbol y Cipariso, sin intención lo traspasó con un dardo. Desesperado pidió a los dioses permanecer en luto eterno por lo que se transformó en ciprés, el árbol del dolor que se plantaba junto a las tumbas como símbolo de dolor y luto.

Por otro lado el ciprés es atributo de la figura alegórica de la Desesperación, que lleva una rama de este árbol en la mano izquierda, dado que este árbol si es cortado no tiene la capacidad de rebrotar.

 

-Álamo: también por Ovidio sabemos que las Helíades, hermanas de Faetonte, fueron transformadas en álamos mientras lloraban a su hermano, muerto después de caer del carro del Sol. Y al parecer los difuntos de aquella época se cubrían con hojas de álamo negro. Por lo tanto desde la antigüedad este árbol ha adquirido una connotación fúnebre.

En clave cristiana, el álamo, por su propiedad de curar las picaduras de serpientes que según los antiguos poseían sus hojas, puede aludir al significado de salvación.   

 

-Olivo: como es sabido este árbol simboliza en muchas culturas el emblema de la paz entre los pueblos.

Ateniéndonos al mito, en la disputa por la posesión de la región del Ática entre Neptuno y Minerva los dioses establecieron que aquel que presentara el presente más valioso sería el dueño del lugar. Así, Neptuno hizo brotar en la roca una fuente mientras Minerva hizo nacer u olivo, con lo que obtuvo la victoria. Desde entonces el árbol estuvo consagrado a esta diosa representando la paz, probablemente porque como divinidad guerrera y opuesta a Marte, lucha por mantener el orden y las leyes.

Por último, como símbolo de paz entre Dios y los hombres, la paloma que vuelve a Noé para anunciar el fin del diluvio porta una rama de olivo en su pico.

  

En lo referente al capítulo faunístico, existe una importante biodiversidad en todo el ámbito de la Peña de Arias Montano y por extensión en la zona protgida del Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.

En el apartado de aves destacan algunas especies por su importancia en relación a su protección por los diversos catálogos de fauna amenazada, debido la escasez de sus efectivos. Es el caso del buitre negro (Aegypius monachus), la cigüeña negra (Ciconia nigra), el milano real (Milvus milvus), alimoche (Neophron percnopterus) o el águila real (Aquila chrysaetos). En mejor situación  se encuentran el milano negro (Milvus migrans), la cigüeña común (Ciconia ciconia), el buitre leonado (Gyps fulvus), el águila culebrera (Circaetus gallicus) o la águililla calzada (Hieraaetus pennatus).

 

En los cursos de agua existen especies de peces de interés como el barbo comiza (Barbus comizo), el jarabugo (Anaecypris hyspanica), la colmilleja (Cobitis paludica), la pardilla (Rutilis lemmingii), o la boga de río (Chondrostoma wilkommii).

 

En el capítulo de reptiles y anfibios se debe hacer mención a la existencia de ejemplares de galápago leproso (Mauremys caspica), galápago europeo (Emys orbibularis), tritón jaspeado (Triturus marmoratus) o sapillo moteado (Pelodytes punctatus).

 

Respecto a los mamíferos existen representantes del orden de los carnívoros asociados al bosque mediterráneo como es el caso de la gineta (Genetta genetta), la garduña (Martes foina), el meloncillo (Herpestes ichneumon) o el zorro (Vulpes vulpes). Mención especial merece la situación del lobo (Canis lupus), que hoy se considera extinto en esta zona y, en general, en toda Andalucía. Pero que a buen seguro fue un animal abundante en épocas pasadas.

Entre las especies que son objeto de caza son abundantes el ciervo (Cervus elaphus), el jabalí (Sus scrofa), el gamo (Dama dama), el conejo (Oryctolagus cuniculus) y la perdiz (Alectoris rufa).

Y por último, también merece una reseña la alta diversidad de lepidópteros (mariposas) existente en este entorno con un elevado número de especies, causado fundamentalmente por la gran diversidad florística que caracteriza a estos ecosistemas. E importante son también las abundantes colonias de quirópteros (murciélagos), que suelen concentrarse en la infinidad de cuevas y oquedades que proliferan en el relieve.

 

Algunas de las especies animales citadas llevan aparejadas una serie de connotaciones simbólicas que a continuación se expresan:

 

-Águila: considerada como la reina de los cielos, el águila adquiere desde la antigüedad un valor simbólico de poder y victoria. Aparece en diversos episodios míticos, como aquel del rapto de Ganímedes por Zeus, rey de los dioses, del cual el águila era un atributo. O también en el suplicio de Prometeo que castigado por haber dado fuego a los hombres es atacado por el águila que cada noche devora su hígado.

 

-Murciélago: este animal siempre ha evocado imágenes generalmente negativas debido a su filia a la oscuridad y su fobia a la luz diurna.

Cuenta Ovidio que las hijas del rey de Beocia, que prefirieron trabajar en el telar a dedicarse a las fiestas en honor a Baco, fueron transformadas en murciélagos.

Además, puede considerarse atributo de la alegoría de la ignorancia ya que, al igual que el murciélago, el ignorante prefiere estar a oscuras en vez de acercarse a la luz de la verdad.

 

-Mariposa: el ciclo de la mariposa, que nace oruga, se convierte en crisálida y finalmente se transforma en insecto adulto puede ser un reflejo de la propia transformación espiritual del hombre.

La representación de la joven Psique, amada por Cupido, con alas de mariposa proviene de la etimología de la palabra griega psyché, que si bien designaba al alma, significaba también mariposa.

 

-Ciervo: en la antigüedad eran considerados animales mansos, prudentes, atraídos por bellas canciones. Se asocia a la imagen del bien y de la prudencia.

Aparece tirando del carro de Diana, diosa de la caza y del carro del Tiempo, en alusión a la velocidad a la que es capaz de correr este animal y a su vez a la rapidez del transcurso del tiempo.

 

-Conejo: el conejo se hizo atributo de Venus en representación de una fecundidad casi inagotable.

En época medieval se le consideró símbolo de lascivia y a partir del periodo renacentista adquiere en el ámbito más religioso un significado de castidad o victoria de las pasiones, que solía representarse con un conejo blanco.

 

-Lobo: en la antigua Roma el lobo se tenía en gran consideración en cuanto a erigirse en símbolo de la fundación de la ciudad al se amamantados Rómulo y Remo por una loba.

Era su vez consagrado a Marte, dios de la guerra, y su aparición antes de una batalla era considerada señal de buen augurio.

Sin embargo en otros contextos puede tomar significados relacionados con conceptos muy diferentes como la ferocidad, la codicia o la gula.

 CARLOS TRIGO

 

  

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